domingo, 3 de marzo de 2013

Una historia de terror





La historia que voy a contar tiene como protagonista a un familiar muy cercano, al que llamaré Manuel. Como dato importante, diré que es un hombre tremendamente culto y, además, ateo y muy escéptico, por lo que la sugestión, en su caso, no creo que sea la causa de lo que le ocurrió. 

Hace unos años Manuel se trasladó a vivir a Río de Janeiro por motivos laborales. Como su sueldo se lo permitía, se alquiló un piso bastante grande en una de las zonas más bellas de la ciudad, desde el que disfrutaba de una vista magnífica. 

Aparentemente, no había ningún problema, pero pocos días después de mudarse allí comenzó a notar sucesos extraños. Manuel tenía la costumbre de trabajar hasta altas horas de la madrugada en su despacho, apenas iluminado por la luz de un flexo y la desprendida por la pantalla de su ordenador. Una de tantas noches, estaba concentrado en su trabajo cuando una especie de musiquilla de distrajo. La música procedía de la cocina, y además de ella se escuchaban perfectamente murmullos ininteligibles y un ruido que Manuel relacionó con cubiertos moviéndose. Aunque se puede pensar que podían proceder de la casa vecina, éste no era el caso por la distribución del piso; y además, comenzaban de golpe, rompiendo el silencio que reinaba en la casa. Manuel, que como ya he dicho es un hombre escéptico y poco "miedoso", tuvo como ocurrencia "chistar" a los supuestos ruidos. Y tras un "chiiissst" enérgico, cesaron en menos de un segundo. 

Aunque le resultó curiosa la experiencia, no le dio mayor importancia y continuó trabajando como si tal cosa. Pero aquello no quedó ahí, y en noches posteriores, volvieron a irrumpir en la casa esas misteriosas voces acompañadas de música y ruidos que parecían provenir de una especie de fiesta. Manuel, continuando la costumbre del primer día, los mandaba callar con un "chist", y el ruido cesaba por completo. 

A esta casa acudía a diario una señora a realizar las labores domésticas. Como nuestro protagonista trabajaba también fuera, la asistenta -a la que llamaremos Simone- pasaba muchas horas sola en la vivienda. Un día, cuando Manuel volvió, Simone le comentó algo nerviosa que "en esa casa ocurría algo extraño". Según narró, muchas veces, mientras trabajaba en la cocina, escuchaba ruidos dentro de los armarios, como si los objetos se estuvieran moviendo solos, e incluso un par de tenedores se habían movido de su sitio ante sus ojos, lo que le atemorizó muchísimo. 

Como todos sabemos, los brasileños son muy proclives a creer en todo tipo de espiritismo y magia, y Simone no escapaba a ello. Explicó a Manuel que esos hechos se habían repetido ya varias veces y que tenía miedo, por lo se estaba planteando el renunciar a aquel trabajo, lo que para ella suponía un gran problema. Manuel intentó tranquilizar a su empleada, pero ésta, poco convencida, decidió también hablar con la novia de su jefe, María -una mujer dotada de una gran intuición- que aunque no había llegado nunca a presenciar en directo nada extraño, sí había notado desde el principio una sensación desagradable cada vez que entraba en la casa. 

Juntas, como dos detectives, decidieron "investigar" a fondo los hechos hasta encontrar una explicación. Como la casa estaba amueblada cuando se alquiló, decidieron registrarla de arriba a abajo, en busca de alguna pista, y cuál fue su sorpresa cuando descubrieron en uno de los cajones velas negras y utensilios relacionados con la brujería. Rápidamente, recogieron y tiraron todo aquello, imaginando que quizá los antiguos inquilinos realizaban ese tipo de rituales. 

A pesar de la "limpieza", los supuestos sucesos paranormales no cesaron del todo, por lo que Manuel, viendo que tendría que cambiar de asistenta y de novia, terminó cediendo a sus deseos y se cambió de casa.. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario